ESPERANDO A BRASIL

                                                             

Llegamos con varias expectativas. Las dudas sobre temas como la organización y la seguridad estaban instaladas en la mayoría de los periodistas. Miles de voluntarios mal arropados, camperas de manga corta con inscripciones que identificaban sus tareas.

Detectores de metales, como en los aeropuertos, en cada uno de los ingresos.

La sala de prensa mostraba cierta pobreza si uno la comparaba con las conocidas en las distintas ciudades de campeonatos de esta envergadura.

Solamente con la credencial, sin necesidad de mostrar el ticket que habilita la entrada al estadio, se llegaba a cualquier lugar.

La información comenzó a fluir con los detalles necesarios para el relato y comentario del partido. Los monitores que estaban en nuestra posición nos mostraban datos, algunos equivocados, sobre el partido a jugarse.

Blatter, improvisó un discurso, que denotaba todo el agradecimiento a los africanos por ayudado a ganar la presidencia de la FIFA.

El partido hay que dejarlo en el rincón de los encuentros impresentables.

Lamenté no haber podido estar en la goleada de España.

Mañana nos levantamos temprano para viajar unas 5 horas hasta Bloemfontein transmitir Brasil-Egipto. 

Booth, el único blanco del seleccionado Sudafricano, se podrá bañar con el resto de sus compañeros. 

Bora feliz con el resultado. Ninguno de los dos tienen la más remota posibilidad de jugar la final. Los locales tienen que pasar un solo escollo: ganarle a Nueva Zelanda para aspirar a una semifinal contra España, Brasil o Italia. Esperando que Irak no cometa alguna travesura con la diferencia de gol.

Los reyes magos volvieron a ser 3.

Reincorporaron a Baltazar.